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CONCLUSIÓN

Lisboa al abandonarla Gama para, como á un bajel, dar la vuelta á la Libia.


Inútil oferta hace á Juan Segundo, quien ingrato prueba á arrebatarle la gloria; y, viéndose desvalido en tierra el marino, por el cielo de sus ensueños busca una estrella, y te divisa á ti, Isabel de Castilla, la reina de las reinas que han sido.


Tú sopesaste, sólo tú, su idea; tú de golpe mediste su extensa mirada, y en la tuya prendió la llama de su frente al decir á tus plantas:—Gran Señora: dadme naves, si os place, y á su hora las devolveré con un mundo á remolque.