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Venganza moruna
Casi todos los que ocupaban aquel vagón de tercera conocían á Marieta, una buena moza vestida de luto, que, con un niño de pechos en el regazo, estaba junto á una ventanilla, rehuyendo las miradas y la conversación de sus vecinas.
Las viejas labradoras la miraban, unas con curiosidad y otras con odio, á través de las asas de sus enormes cestas y de los fardos que descansaban sobre sus rodillas, con todas las compras hechas en Valencia. Los hombres, mascullando la tagarnina, lanzábanla ojeadas de ardoroso deseo.
En todos los extremos del vagón hablábase de relatando su historia.
Era la primera vez que Marieta se atrevía á salir de casa después de la muerte