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LA DIVINA COMEDIA.



CANTO PRIMERO.


Invocacion á las Musas.—Dante se sobrecoge de terror al pensar en el viaje al Infierno.—Tranquilizado por Virgilio, que le dice haber sido enviado por Beatriz, se decide á seguir á su guia y Maestro.


El dia terminaba; el aire de la noche invitaba á descansar de sus fatigas á los seres animados que existen sobre la tierra, y yo solo me preparaba á sostener los combates del camino y de las cosas dignas de compasion que mi memoria trazará sin equivocarse.

¡Oh Musas! ¡oh alto ingenio! venid en mi ayuda: ¡oh mente, que escribiste lo que vi! ahora aparecerá tu nobleza.

Yo comencé: —«Poeta, que me guias, mira si mi virtud es bastante fuerte antes de aventurarme en tan profundo pasaje. Tú dices que el padre de Silvio[1], aun corruptible, pasó al siglo inmortal, y pasó sensiblemente[2]. Pero quizá el adversario de todo mal le fué favorable, pensando en los grandes efectos que de él debian sobrevenir: ¡qué gentes y qué clase de gentes![3]»

No parece esto injusto á un hombre de talento; pues en el Empíreo fué elegido para ser el padre de la fecunda Roma y de su imperio: el uno y la otra, á decir verdad, fueron establecidos en favor del sitio santo en donde reside el sucesor del gran Pedro. Durante este viaje, por el que le

  1. Eneas.
  2. Es decir, con su cuerpo.
  3. Alude á los Romanos, descendientes de Eneas, y á sus virtudes.