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LA ENEIDA

le trae á Ascanio vestidos bordados con trama de oro: la clamyde Frigiana, y tan magnifica como Heleno, le da gran cantidad de telas, y le dice estas palabras: “Recibe, ¡oh hijo! estos presentes, obra de mis manos. Que te sean eterna memoria y que te manifiesten el perpétuo amor de Andromaca, la esposa de Héctor. Toma estos últimos dones de los tuyos[1]. ¡Oh sola y fiel imágen que me ha quedado de mi Astianax: asi eran sus ojos, asi sus manos, asi su rostro, y ahora en igual edad contigo creceria cn la flor de sus años.

Yo me retiraba bañado en lágrimas diciéndoles: "vivid felices vosotros cuya suerte está ya fijada. Nosotros erramos de unos en otros destinos. Vuestro reposo está asegurado. Vosotros no teneis ya que surcar los mares, ni que buscar los campos de la Ausonia que siempre se van alejando. Veis la imagen del Janto y otra Troya que vuestras manos han construido. ¡Que tenga mejores auspicios y sea menos espuesta al furor de los Griegos! Si algun dia subiere por el Tiber y llegára á los campos vecinos á él, y viere las murallas prometidas á mi nacion; de nuestros pueblos vecinos, de nuestras ciudades que en sus principios tuvieron el mismo origen del Epiro y de la Hesperia, que tuvieron en Dárdano el mismo fundador, y unas mismas desgracias, haremos de unos y otros en nuestros corazones una sola Troya. Que este deseo pase á nuestros descendientes!"

Salimos á la mar costcando los montes vecinos del