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LIBRO QUINTO

tos, mando desde el cielo á Iris á la armada troyana, ayudando su vuelo con el esfuerzo de los vientos. La virgen invisible precipitando su marcha sobre un arco de mil colores bajó con lijero vuelo: distingue un grande concurso, y rejistrando con sus ojos la ribera, advierte que el puerto está solo y las naves abandonadas; y vé á lo lejos en la yerma costa á las troyanas solitarias, que lloraban la pérdida de Anquises, y que todas en medio de su llanto tendian la vista al ancho mar y á una voz decian: “¡Ah! despues de tantas fatigas y de tantos escollos, todavia tanto mar que vencer!" Pedian á los Dioses la ciudad prometida horrorizadas de volver á comenzar los trabajos del mar. Entonces Iris, hábil en dañar, se arroja en medio de ellas, y dejando el rostro y la vestidura de Diosa, transformase en Beore, anciana que habia sido esposa de Doriclo, el del monte Ismaro, la cual en otro tiempo habia tenido gran nombre, hijos y una ilustre familia, y asi se entra en medio de las matronas troyanas y esclama: "Desgraciadas de nosotras, que bajo las murallas de la patria y combatiendo por ella, no hemos hallado la muerte por la mano de los griegos! ¡Oh pueblo desdichado! ¿qué última desgracia os reserva la fortuna? Despues de la ruina de Troya, siete veranos se han pasado desde que andamos errantes por los mares, en toda la tierra, en tantas rocas inhospitalarias, bajo tan diversos cielos; desde que buscamos la Italia que huye de nosotros recorriendo el grande