Página:La Eneida - Dalmacio Velez Sarsfield y Juan de la Cruz Varela.pdf/247

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
246
LA ENEIDA

Dédalo, como es fama, huyendo del imperio de Minos se atrevio á confiarse en sus rápidas alas para navegar por los cielos, y corrió con dificultad un camino desconocido dirijiéndose á las heladas Orsas, hasta que al fin posó su lijero vuelo sobre las montañas de Cumas.

Apenas habia llegado á esta tierra, te consagro, ¡oh Febo! las alas que le habian servido de remos, y te construyó un magnifico templo. Sobre sus puertas dibujó la muerte de Androgeo: los Cecropidas obligados á purgar este delito, entregando todos los años siete de sus hijos (¡lamentable tributo!); y grabó tambien la urna de donde salian por suerte los nombres de las víctimas. Al frente estaba representada la Creta saliendo del mar; y la fiera pasion de Pasifae al toro, ofreciéndose á su amor, valida de un artificio. El Minotauro, monstruo de dos especies, de dos formas diferentes, estaba igualmente esculpido como eterna memoria de esa execrable union.

Dibujo tambien aquella difícil obra del laberinto y de su inestricable engaño; y á Dédalo, que compadecido del tierno amor de la princesa Ariadna, descubre los insidiosos é intrincados caminos de aquel edificio, guiando con un hilo los inciertos pasos del amante (). Tú tambien, ¡oh Icaro! tendrias un distinguido lugar en obra tan famosa, si el dolor de tu muerte lo hubiera permitido.

Dos veces Dédalo se empeño en cincelar en oro tu desgracia, y dos veces las paternales manos desfallecieron.

Los Troyanos habrian registrado todas aquellas mara-