Página:La Eneida - Dalmacio Velez Sarsfield y Juan de la Cruz Varela.pdf/276

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
275
LIBRO SEXTO

nosotros tiene una mansion determinada: residimos en estos sombrios bosques: tenemos nuestros albergues en los verdes peados ó en las floridas riberas de cristalinos arroyos. Mas vosotros, si este deseo os conduce, subid å este collado y alli os pondré en un camino llano". Dijo, y marchó adelante. Cuando llegaron arriba, mostróles risueños campos; y presto bajan dejando la alta cumbre.

El padre Anquises á ese tiempo habia reunido en el fondo de un verde prado las almas que habían de volver á ver la luz del alto mundo y pasaba por entre ella contemplándolas con gozo: enumeraba todos sus hijos; recordaba el destino de ellos, su feliz descendencia, sus suertes, sus costumbres y sus hazañas. Así que reconoció que Eneas venía hacia él por el herboso prado, transportado de contento y con las lágrimas en el rostro, tiendele los brazos, y estas palabras sueltan sus lábios: " Viniste por fin, y tu piedad tan conocida de tu padre ha superado el trabajoso camino. ¡Me es dado, pues, hijo mio, mirar tu rostro, hablarte, y escuchar tu grata voz! Así, en verdad, mi corazon me hacía esperarlo; veía venir esta dicha y contaba los dias. Mis ansias no me han engañado. Yo te vuelvo á ver despues que has sido precipitado en tantos peligros, despues que has sido forzado á correr por tantas tierras y por tantos mares!

1 Cuánto temí que el reino de la Libia te fuera fatal!