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LA ENEIDA

terrumpe asi en medio de su lamento: “Cualquiera que seais, pues que vivis y habeis llegado á la ciudad de los Tirios, creo que no sois odiado de los Dioses. Seguid adelante y llegad al palacio de la Reina, pues que os anuncio la vuelta de vuestros buques, puestos en seguro de los variables Aquilones, si no es que en vano mis padres me enseñaron la ciencia de los Augurios. Veis esos doce cisnes ufanos de su reunion, á los cuales el águila lanzada de las rejiones etéreas perseguia en el tranquilo cielo, y ahora en larga columna ó se asientan en la tierrra, ó miran el lugar que ya han tomado? Asi como ellos despues de salvados, volando en circulo por los aires muestran su alegria, batiendo sus alas y soltando el canto, no de otro modo vuestros bajeles y compañeros, ó ya han tomado puerto, ó entran en él con las velas desplegadas. Apresurad vuestra marcha, seguid ese camino que guiará vuestros pasos.

Dijo, y volviendo sus espaldas resplandece su rosado cuello. Sus cabellos exhalan el olor celestial de la ambrosia; cayó hasta los piés su vestidura, y en el andar mostró ser una verdadera Diosa. Eneas asi que reconoció que era su madre la que de él huia, la sigue diciendola: “ ¡Cruel! y tú tambien! ¿Por qué tantas veces burlas á tu hijo con falsas apariencias? ¿Por qué no me es dado juntar mi mano con tu mano; oir tu verdadera voz y responderte?" Con tales quejas á su madre culpa y dirije sus pasos á la ciudad. La Diosa Venus »