Página:La Eneida - Dalmacio Velez Sarsfield y Juan de la Cruz Varela.pdf/99

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
98
LA ENEIDA

escapado de la carnicería de Pirro, huye por los largos pórticos, por entre las armas y enemigos, y corre bañado en sangre por las desiertas galerias. El ardiente Pirro le persigue con sus homicidas armas. Ya, ya le toma con su mano y le alcanza su lanza. Asi que llegó á presencia de sus padres, cae ante ellos y exhala la vida en torrentes de sangre. Entonces Priamo aunque se veia en medio de la muerte, no se contuvo, ni moderó la cólera de sus palabras, y así esclama: "los Dioses, si hay en el cielo justicia que vengue tales crimenes, por tal maldad, por crueldad tan bárbara, te den la merecida recompensa y los premios debidos, á ti que me has hecho ver con mis ojos la muerte de mi hijo y manchaste con su sangre el rostro de su padre. Aquiles mismo, de quien falsamente dices que desciendes, no trató así á Príamo su enemigo, sino que guardò la ley y respetó los derechos del desgraciado. Me volvió el cadáver de Héctor para que lo enterrase y me mandó libre á mi palacio".

Asi habló el anciano y le arrojó un dardo débil y sin vigor, el cual rechazado al pronto por el ronco acero, apenas quedó asido en medio del escudo. Pirro le responde: "tú irás, pues, de mensajero á mi padre Aquiles, y le dirás lo que ha sucedido. Acuérdate de contarle mis tristes hazañas y de decirle que Neotolomeo ha dejenerado de él. Pero ahora muere". Diciendo esto arrastra ante los mismos altares al trémulo anciano que se resbalaba