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La Eneida.

LIBRO XI.


Ya la brillante aurora el oceáno
Deja; Eneas impaciente se levanta
Para dar sepultura á sus guerreros,
Y aungue su corazon turbado se halla
Con fúnebres ideas, cumple el voto,
Desde el primer albor de la mañana,
A los Dioses; y pone en la eminencia
Una alta encina con sus verdes ramas;
Y de Mezencio rey con los despojos
La viste presto de brillantes armas,
Digno trofeo del sangriento Marte.
En la altura el morrion luego se cala
Del guerrero valiente guarnecido
De crines en la sangre salpicadas;
Y allí penden tambien las armas rotas,
Y con sus doce heridas la coraza.