abrazó sus rodillas con la mano izquierda, tocóle la barba con la diestra y dirigió esta súplica al soberano Jove Saturnio:
503 «¡Padre Júpiter! Si alguna vez te fuí útil entre los inmortales con palabras ú obras, cúmpleme este voto: Honra á mi hijo, el héroe de más breve vida, pues el rey de hombres Agamenón le ha ultrajado, arrebatándole la recompensa que todavía retiene. Véngale tú, próvido Júpiter Olímpico, concediendo la victoria á los teucros hasta que los aqueos den satisfacción á mi hijo y le colmen de honores.»
511 De tal suerte habló. Júpiter, que amontona las nubes, nada contestó, guardando silencio un buen rato. Pero Tetis, que seguía como cuando abrazó sus rodillas, le suplicó de nuevo:
514 «Prométemelo claramente, asintiendo, ó niégamelo—pues en ti no cabe el temor—para que sepa cuán despreciada soy entre todas las deidades.»
517 Júpiter, que amontona las nubes, respondió afligidísimo: «¡Funestas acciones! Pues harás que me malquiste con Juno cuando me zahiera con injuriosas palabras. Sin motivo me riñe siempre ante los inmortales dioses, porque dice que en las batallas favorezco á los teucros. Pero ahora vete, no sea que Juno advierta algo; yo me cuidaré de que esto se cumpla. Y si lo deseas, te haré con la cabeza la señal de asentimiento para que tengas confianza. Éste es el signo más seguro, irrevocable y veraz para los inmortales; y no deja de efectuarse aquello á que asiento con la cabeza.»
528 Dijo el Saturnio, y bajó las negras cejas en señal de asentimiento; los divinos cabellos se agitaron en la cabeza del soberano inmortal, y á su influjo estremecióse el dilatado Olimpo.
531 Después de deliberar así, se separaron: ella saltó al profundo mar desde el resplandeciente Olimpo, y Jove volvió á su palacio. Los dioses se levantaron al ver á su padre, y ninguno aguardó que llegase, sino que todos salieron á su encuentro. Sentóse Júpiter en el trono; y Juno, que, por haberlo visto, no ignoraba que Tetis, la de argentados pies, hija del anciano del mar, con él departiera, dirigió en seguida injuriosas palabras á Jove Saturnio:
540 «¿Cuál de las deidades, oh doloso, ha conversado contigo? Siempre te es grato, cuando estás lejos de mí, pensar y resolver algo clandestinamente, y jamás te has dignado decirme una sola palabra de lo que acuerdas.»
544 Respondió el padre de los hombres y de los dioses: «¡Juno! No esperes conocer todas mis decisiones, pues te resultará difícil aun siendo mi esposa. Lo que pueda decirse, ningún dios ni hombre lo