en el combate con Menelao
ALEJANDRO Y MENELAO
1 Puestos en orden de batalla con sus respectivos jefes, los teucros avanzaban chillando y gritando como aves—así profieren sus voces las grullas en el cielo, cuando, para huir del frío y de las lluvias torrenciales, vuelan gruyendo sobre la corriente del Océano y llevan la ruina y la muerte á los pigmeos, moviéndoles desde el aire cruda guerra—y los aqueos marchaban silenciosos, respirando valor y dispuestos á ayudarse mutuamente.
10 Así como el Noto derrama en las cumbres de un monte la niebla tan poco grata al pastor y más favorable que la noche para el ladrón, y sólo se ve el espacio á que alcanza un tiro de piedra; así también, una densa polvareda se levantaba bajo los pies de los que se ponían en marcha y atravesaban con gran presteza la llanura.
15 Cuando ambos ejércitos se hubieron acercado el uno al otro,