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Ningun consejo halló mas conveniente,
Que el de enviará Agamenón un Sueño,
Que pudiese engañarlo y seducirlo.
Llamó á este Sueño, pues, y asi le dixo:
„¡Oh pernicioso Sueño! anda al instante
„A las naves veloces de los Griegos,
„Y luego que estés dentro de la tienda
„De Agamenón, Atrida, exactamente,
„Todo le anunciarás segun te mando.
„Dile que arme al momento los Argivos,
„Y que ponga su Exército en batalla.
„Dale á entender que es este el felíz dia,
„En que se hará de Troya árbitro y dueño:
„Que los Dioses excelsos é Inmortales,
„Que habitan el Olympo, están unidos,
„Porque la Diosa Juno, suplicando,
„Ha logrado vencer á todos ellos;
„Y que ya á los Troyanos les espera
„De la parte de Jove ruína entera.”
 Dixo; y el Sueño habiendo recibido
La orden soberana del Tonante,
Va volando á las naves de los Griegos,
Y á donde estaba Agamenón se pára.
En su tienda lo encuentra, que dormia
De un sueño de ambrosía rodeado;