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A Elena, pues, se acerca entonces Iris,
Y le habla de esta suerte: „Bella Ninfa,
„Cara á mi corazon, hermana mia,
„Levantate de ahí, vente conmigo,
„Y verás las acciones admirables
„De los valientes Griegos y Troyanos.
„Muy poco tiempo há que caminaban
„Los unos contra otros con extremo
„Animo y valentía, respirando
„Solamente el estrago pernicioso,
„Y sentados están con gran silencio,
„Aplacada la guerra, y apoyados
„En sus fuertes escudos, y las lanzas
„Fixadas cerca de ellos en la tierra.
„Páris y el valeroso Menelao
„Quieren combatir solos, cuerpo á cuerpo,
„Y tú serás muger del que animoso
„Salga del desafío victorioso.”
 Asi fue como habló la Diosa Iris;
Y le inspiró al instante un gran deséo
De volver con su esposo Menelao,
Y de ver sus parientes y su patria.
Cubierta con un velo blanco y grande
Sale con rapidéz desde su quarto,
Derramando las lagrimas mas tiernas.