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Y de aquesta manera pertrechado
Va á descansar en una oscura cueva
Taladrada entre rocas, dó del cierzo
Están sus animales resguardados.





CANTO DÉCIMOQUINTO.





LLEGADA DE TELÉMACO.[1]



Llega á Lacedemonia ya Minerva
A dispertar en el honrado pecho
Del buen hijo de Ulises la memoria
De la patria, incitándole á la vuelta.
A Telémaco ve en el peristilo
Con el hijo de Nestor descansando.
Pisístrato dormía, blandamente
Mecido por un sueño delicioso;
Mas el hijo de Ulises no consigue
El consuelo de tanto beneficio;
Los recuerdos amargos de sus padres,
Sus afanes dispierto le han tenido.
Llegando á él la Diosa así le dice:
«Telémaco, no es tiempo ya que sigas
Lejos de tus hogares y dejando
Tu fortuna á merced de esos protervos
Que tu propio palacio han invadido.

  1. El lector ha podido apreciar el carácter que el poeta ha dado a este personage; le ha elevado mucho sobre la tradicion que, cuando rey de Itaca le da por esposa a Circe, concubina de su padre; lo mismo que une a Penélope con Telegonio, hijo de Circe y de Ulises. ¡Dichoso siglo de oro, y dichosa poesía que sabe hacer tan hermosos milagros.