Página:La Primera República (1911).djvu/120

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida

anunció que su querido amigo llegaría dentro de pocos instantes a la presencia del Señor. En efecto, tranquila y dulce fue la agonía del cura venerado y amable que supo cumplir sus deberes, y si se excedió generosa y humanamente en el amor, no dio jamás entrada en su alma grande a ninguna clase de rencores.

Sin alteración intensa en la faz, risueña la boca, fatigoso el aliento, pronunciando retazos de locuciones infantiles y truncadas palabras de indescifrable sentido; haciendo caricias con inquietos dedos a las cabezas y patitas de los graciosos gatines, fue resbalando hacia la negra divisoria entre la vida terrena y la eternidad... Cuando le trajeron la Extremaunción, que recibió sin enterarse de ello, los buenos amigos sacerdotes juzgaron decoroso retirar de las manos del moribundo los mininos, que tanto en sus últimos días le divirtieron y embelesaron... Momentos antes de expirar se vio que los dedos trémulos arañaban la sábana, requiriendo su juguete... Don Mariano Medialdea le acercó uno de los animalitos, y en la última vibración muscular de los dedos yertos de don Hilario quedó prendida la blanda oreja del micho travieso... Oyose un leve mayido, y... Requiescat.

Como no podía ir al entierro porque en la oficina se nos había ordenado asistencia puntual, visité antes de las dos la casa mortuoria. En la biblioteca, convertida en capilla ardiente, yacía el difunto don Hilario vestido con lujosa ropa sacerdotal. Su rostro ex-