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Página:La Sagrada Biblia (VIII).djvu/507

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CAPÍTULO VI.

5 Tus dientes blancos y unidos, como aparece la manada de ovejas al subir de lavarse, todas con crias dobles, sin que haya entre ellas ninguna estéril.

6 Como un cacho ó roja corteza de granada, así son tus mejillas, sin lo que tienes encubierto [1].

7 Sesenta son las reinas, y ochenta las esposas de segundo orden [2], é innumerables las doncellitas.

8 Pero una sola es la paloma mia, la perfecta mia, la esposa, la hija única de su madre, la escogida de la que la parió. Viéronla las doncellas de mi palacio, y la aclamaron dichosísima: viéronla las reinas y demas esposas, y la colmaron de alabanzas.

9 ¿Quien es esta, dijeron, que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible y magestuosa como un ejército formado en batalla?

10 Esposo. Yo bajé al huerto de los nogales para ver los frutales de las cañadas, y observar si estaba en cierne la viña, y si habian brotado los granados.


  1. Sin embargo que tus cabellos cubren parte de tu rosada frente, y hermosas mejillas.
  2. Parece que aquí se alude á lo que en aquel tiempo se veia en los palacios, en donde habia muchas esposas con titulo de reinas, y otras muchas mas esposas secundarias, pero sin los honores ni derechos de reinas: todas empero eran mugeres legítimas. Esth. II. v.3. Véase Concubinas. Y para encarecer el Esposo su amor, dice que á todas prefiere su Esposa. Y asi dice v. 8: Pero una sola es mi paloma.