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CAPÍTULO.

dos á los renteros, para que percibiesen el fruto de ella.

35 Mas los renteros, acometiendo á los criados, apalearon al uno, mataron al otro, y al otro le apedrearon.

36 Segunda vez envió nuevos criados en mayor número que los primeros, y los trataron de la misma manera.

37 Por último les envió su hijo, diciendo para consigo: A mi hijo por lo ménos le respetarán.

38 Pero los renteros al ver al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero, venid, matémosle, y nos alzarémos con su herencia.

39 Y agarrándole le echaron fuera de la viña, y le mataron.

40 Ahora bien, en volviendo el dueño de la riña, ¿ qué hará á aquellos labradores?

41 Hará, dijeron ellos, que esta gente tan mala perezca miserablemente [1]; y arrendará su viña á otros labradores que le paguen los frutos á sus tiempos.

42 ¿Pues no habeis jamas leido en las Escrituras, les añadió Jesus: La piedra que desecharon los fabricantes, esa misma vino á ser la clave del ángulo? El Señor es el que ha hecho esto en nuestros dias, y es una cosa admirable á nuestros ojos [2].


  1. Frase griega elegantísima, por la cual se une el adjetivo con el adverbio nacido de él: Κακοὺς κακῶς ἀπολέσει.
  2. Ps. CXVII. v. 22.—Act. IV. v. 11,