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CAPÍTULO IV.

6 mas calentando el sol, se agostó; y como no tenia raíces, secóse.

7 Otra parte cayó entre espinas; y las espinas crecieron, y le ahogaron, y así no dió fruto.

8 Finalmente, parte cayó en buena tierra, y dió fruto erguido, y abultado; cuál á treinta por uno, cual á sesenta, y cuál á ciento.

9 Y decíales: Quien tiene oidos para oir, escuche y reflexione.

10 Estando despues á solas, le preguntaron los doce que estaban con él, la significacion de la parábola.

11 Y él les decia: A vosotros se os ha concedido el saber ó conocer el misterio del reino de Dios; pero á los que son extraños ó incrédulos, todo se les anuncia en parábolas [1]:

12 de modo que viendo, vean y no reparen; y oyendo, oigan y no entiendan: por miedo de llegar á convertirse, y de que se les perdonen los pecados.

13 Despues les dijo: ¿Con qué vosotros no entendeis esta parábola? ¿pues cómo entenderéis todas las demas?

14 Escuchad: El sembrador, es el que siembra la palabra de Dios.


  1. En pena de su voluntaria ceguedad, y del desprecio que hacen de mi doctrina. Véase Parábola. Los judíos llamaban extraño ó de afuera á todo el que no era de la Judea; y este modo de hablar se usó despues para denotar los que no eran cristianos. Cor. V. v. 12.—Colos. IV. v. 5.—Thesal. IV. v. 12.