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CAPÍTULO V.
Jesus expele los demonios de un hombre, y les permite entrar en una piara de cerdos. Sana á una muger de un envejecido flujo de sangre,; y resucita á la hija de Jairo. (Matth. 8. Luc. 8.)

1 Pasaron despues al otro lado del lago al territorio de los gerasenos [1].

2 Apenas desembarcado, le salió al encuentro un energúmeno salido de los sepulcros ó cuevas sepulcrales,

3 el cual tenia su morada en ellos, y no habia hombre que pudiese refrenarle, ni aun con cadenas:

4 pues muchas veces aherrojado con grillos y cadenas, habia roto las cadenas y despedazado los grillos, sin que nadie pudiese domarle;

5 y andaba siempre dia y noche por los sepulcros y por los montes, gritando, y sajándose con agudas piedras.

6 Este pues viendo de léjos á Jesus, corrió á el, y le adoró;

7 y clamando en alta voz dijo: ¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesus Hijo del altísimo Dios? en nombre del mismo Dios le conjuro que no me atormentes.

8 Y es que Jesus le decia: Sal, espíritu inmundo, sal de ese hombre.

9 Y preguntóle Jesus: ¿Cual es tu nombre? Y él


  1. Pais de la tribu de Manassés: otros leen gadarenos.