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CAPÍTULO VI.

28 y trájola en una fuente, y se la entregó a la muchacha, que se la dió á su madre.

29 Lo cual sabido, vinieron sus discípulos, y cogieron su cuerpo y le dieron sepultura.

30 Los apóstoles pues, de vuelta de su mision, reuniéndose con Jesus, le dieron cuenta de todo lo que habian hecho, y enseñado.

31 Y él les dijo: Venid á retiraros conmigo en un lugar solitario, y reposaréis un poquito. Porque eran tantos los yentes y vinientes, que ni aun tiempo de comer les dejaban.

32 Embarcándose pues, fueron á buscar un lugar desierto para estar allí solos.

33 Mas como al irse los vieron y observaron muchos, de todas las ciudades vecinas acudieron por tierra á aquel sitio, y llegaron antes que ellos.

34 En desembarcando vió Jesus la mucha gente que le aguardaba; y enterneciéronsele con tal vista las entrañas, porque andaban como ovejas sin pastor, y así se puso á instruirlos en muchas cosas.

35 Pero haciéndose ya muy tarde, se llegaron á él sus discípulos, y le dijeron: Este es un lugar desierto, y ya es tarde:

36 despáchalos, á fin de que vayan á las alquerías y aldeas cercanas á comprar que comer.

37 Mas él les respondió: Dadles vosotros de comer. Y ellos le replicaron: Vamos pues, y bien es menester que gastemos doscientos denarios para comprar panes, si es que les habemos de dar algo de comer.

38 Díjoles Jesus: ¿Cuántos panes teneis? Id, y