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CAPÍTULO VIII.

11 Ahora bien, el sentido de la parábola es este: la semilla es la palabra de Dios.

12 Los granos sembrados á lo largo del camino, significan aquellos que la escuchan, sí, pero viene luego el diablo, y se la saca del corazon, para que no crean y se salven.

13 Los sembrados en un pedregal, son aquellos que oida la palabra, recíbenla, sí, con gozo; pero no echa raíces en ellos, y así creen por una temporada, y al tiempo de la tentacion vuelven atrás.

14 La semilla caida entre espinas, son los que la escucharon, pero con los cuidados, y las riquezas y delicias de la vida, al cabo la sofocan, y nunca llega á dar fruto.

15 En fin, la que cae en buena tierra, denota aquellos que con un corazon bueno y muy sano oyen la palabra de Dios y la conservan con cuidado, y mediante la paciencia dan fruto sazonado.

16 Y añadió: Ninguno despues de encender una antorcha la tapa con una vasija, ni la mete debajo de la cama; sino que la pone sobre un candelero, para que dé luz á los que entran.

17 Porque nada hay oculto, que no deba ser descubierto; ni escondido, que no haya de ser conocido y publicado.

18 Por tanto mirad de qué manera oís mis instrucciones. Pues á quien tiene, dársele ha; y al que no tiene, aun aquello mismo que cree tener, se le quitará.

19 Entre tanto vinieron á encontrarle su madre y primos hermanos, y no pudiendo acercarse á él á causa del gentío,