11 Cuando os conduzcan á las synagogas, y á los magistrados, y potestades de la tierra, no paseis cuidado de lo que, ó cómo habeis de responder ó alegar.
12 Porque el Espíritu santo os enseñará en aquel trance lo que debeis decir.
13 Entónces le dijo uno del auditorio: Maestro, dile á mi hermano que me dé la parte que me toca de la herencia.
14 Pero Jesus le respondió: ¡Oh hombre! ¿quién me ha constuido á mí juez, ó repartidor entre vosotros [1].
— 15 Con esta ocasion les dijo: Estad alerta, y guardáos de toda avaricia; que no depende la vida del hombre de la abundancia de los bienes que él posee.
16 Y en seguida les propuso esta parábola: Un hombre rico tuvo una extraordinaria cosecha de frutos en su heredad;
17 y discurria para consigo, diciendo; ¿Qué haré, que no tengo sitio capaz para encerrar mis granos?
18 Al fin dijo: Haré esto; derribaré mis graneros, y construiré otros mayores, donde almacenaré todos mis productos y mis bienes,
- ↑ Léase lo que san Ambrosio dice sobre estas palabras. ¡Importante leccion para los eclesiásticos que se mezclan con asuntos que no deben!
gros que hago; por ser esta una ceguedad voluntaria, y de la cual nadie cura sin un grande milagro de la gracia: toda conversion es un milagro; pero mas grande la del blasfemo contra el Espíritu santo.