dióles diez minas ó marcos de plata, diciéndoles: Negociad con ellas hasta mi vuelta.
14 Es de saber que sus naturales le aborrecian; y así despacharon tras de él embajadores, diciendo: No queremos á ese por nuestro rey.
15 Pero habiendo vuelto recibida la investidura del reino, mandó luego llamará los criados, á quienes habia dado su dinero, para informarse de lo que habia negociado cada uno.
16 Vino pues el primero, y dijo: Señor, tu marco ha rendido diez marcos.
17 Respondióle: Bien está, buen criado, ya que en esto poco has sido fiel, tendrás mando sobre diez ciudades.
18 Llegó el segundo, y dijo: Señor, tu marco ha dado de ganancia cinco marcos.
19 Dijo asimismo á este: Tú tendras tambien el gobierno de cinco ciudades.
20 Vino otro, y dijo: Señor, aquí tienes tu marco de plata, el cual he guardado envuelto en un pañuelo;
21 porque tuve miedo de tí, por cuanto eres hombre de un natural austero: tomas lo que no has depositado, y siegas lo que no has sembrado.
22 Dicele el amo: ¡Oh mal siervo! por tu propia boca te condeno: sabias que yo soy un hombre duro y austero, que me llevo lo que no deposité, y siego lo que no he sembrado;
23 ¿pues cómo no pusiste mi dinero en el banco, para que yo en volviendo lo recobrase con los intereses?