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CAPÍTULO X.

está endemoniado: ¿por ventura puede el demonio abrir los ojos de los ciegos [1]?

22 Celebrábase en Jerusalem la fiesta de la Dedicacion [2]; fiesta que era en invierno.

23 Y Jesus se paseaba en el Templo, por el pórtico de Salomon.

24 Rodeáronle pues los judíos, y le dijeron: ¿Hasta cuándo has de traer suspensa nuestra alma? Si tú eres el Christo, dínoslo abiertamente.

25 Respondióles Jesus: Os lo estoy diciendo, y no lo creis: las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas están dando testimonio de mí;

26 mas vosotros no creeis, porque no sois de mis ovejas.

27 Mis ovejas oyen la voz mia, y yo las conozco, y ellas me siguen:

28 y yo les doy la vida eterna, y no se perderán jamás, y ninguno las arrebatará de mis manos.

29 Pues lo que mi Padre me ha dado [3], todo lo sobrepuja; y nadie puede arrebatarlo de mano de mi Padre ó de la mia.

30 Mi Padre y yo somos una misma cosa.

31 Al oir esto los judíos, cogieron piedras para apedrearle.


  1. Véase Jesu-Christo.
  2. Véase Dedicacion.
  3. Lo que el Padre dió á su Hijo, fue su misma naturaleza divina. Segun el texto griego, este verso puede traducirse: Mi Padre, que me las ha dado, es mayor que todas las cosas, y nadie puede arrebatarlas de mano de mi Padre.