35 cumpliéndose lo que habia dicho el Profeta [1]: Abriré mi boca para hablar con parábolas, publicaré cosas misteriosas que han estado ocultas desde la creacion del mundo.
36 Entonces Jesus, despedido el auditorio, volvió á casa; y rodeándole sus discípulos, le dijeron: Esplícanos la parábola de la zizaña sembrada en el campo.
37 El cual les respondió: El que siembra la buena simiente, es el Hijo del hombre.
38 El campo es el mundo: la buena simiente son los hijos del reino: la zizaña los hijos del maligno espíritu.
39 El enemigo que la sembró, es el diablo: la siega es el fin del mundo: los segadores son los ángeles.
40 Y así como se recoge la zizaña y se quema en el fuego, asi sucederá al fin del mundo:
41 enviará el Hijo del hombre á sus ángeles, y quitaran de su reino a todos los escandalosos, y á cuantos obran la maldad;
42 y los arrojarán en el horno del fuego. Allí será el llanto y el crujir de dientes.
43 Al mismo tiempo los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oidos para entenderlo, entiéndalo.
— 44 Es tambien semejante el reino de los cielos á un tesoro escondido en el campo, que si lo halla un hombre, lo encubre de nuevo, y gozoso del hallazgo va, y vende todo cuanto tiene, y compra aquel campo.