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CAPÍTULO XV.


23 Jesus no le respondió palabra. Y sus discípulos acercándose intercedian diciéndole: Concédele lo que pide á fin de que se vaya: porque viene gritando tras nosotros.

24 A lo que Jesus respondiendo dijo: Yo no soy enviado sino á las ovejas perdidas de la casa de Israél.

25 No obstante ella se llegó y le adoró, diciendo: Señor, socórreme:

26 El cual le dió por respuesta: No es justo tomar el pan de los hijos, y echarle á los perros [1].

27 Mas ella dijo: Es verdad, Señor; pero los perritos comen á lo ménos de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

28 Entonces Jesus respondiendo, le dice: ¡Oh muger! grande es tu fé: hágase conforme tú lo deseas. Y en la hora misma su hija quedó curada.

29 De allí pasó Jesus á la ribera del mar de Galilea; y subiendo á un monte, sentóse en él.

30 Y se llegaron á él muchas gentes, trayendo consigo mudos, ciegos, cojos, baldados y otros muchos dolientes, y los pusieron á sus pies, y curólos;


    fenicia de nacion, era del linage de Chânam, cuyos descendientes habitaban en la Phenicia de Syria; y por consiguiente era de un pueblo ó linage enemigo de los hijos de Israél.

  1. Habla el Señor segun el modo con que los judíos despreciaban á los gentiles; y esta respuesta de la muger descubrió mas su viva fé y humildad, mas admirable á los judios por lo mismo que era mirada como gentil y chânanea.