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CAPÍTULO XXIII.

á vosotros azotar á un ciudadano romano, y eso sin formarle causa?

26 El centurion, oido esto, fue al tribuno, y le dijo: Mira lo que haces; pues este hombre es ciudadano romano.

27 Llegándose entónces el tribuno á él, preguntóle: Dime, ¿eres tú romano? Respondió él: Sí que lo soy.

28 A lo que replicó el tribuno: A mí me costó una gran suma de dinero este privilegio. Y Pablo dijo: Pues yo lo soy de nacimiento.

29 Al punto se apartaron de él los que iban á darle tormento. Y el mismo tribuno entró en temor, despues que supo que era ciudadano romano, y que le habia hecho atar.

30 Al dia siguiente queriendo cerciorarse del motivo por qué le acusaban los judíos, le quitó las prisiones, y mandó juntar á los sacerdotes, con todo el synedrio ó consistorio, y sacando á Pablo, le presentó en medio de ellos.

CAPÍTULO XXIII.
Pablo con sus palabras ocasiona una disputa con que se dividen los Fariseos de los sadduceos. El tribuno Lysias le remite con escolta militar á Cesarea, á Félix, gobernador romano, para librarle de una horrible conjuracion.

1 Pablo entonces, fijos los ojos en el synedrio, les dijo: Hermanos mios, yo hasta el dia presente he