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Página:La Sagrada Biblia (XIV).djvu/147

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CAPÍTULO II.

recien convertidos, como quien tiene en la Ley de Moysés la pauta de la ciencia y de la verdad.

21 Y no obstante, tú que instruyes al otro, no te instruyes á tí mismo: tú que predicas que no es lícito hurtar, hurtas:

22 tú que dices que no se ha de cometer adulterio, le cometes: tú que abominas de los ídolos, eres sacrílego adorador suyo:

23en fin que te glorias en la Ley, con la violacion de la misma Ley deshonras á Dios.

24 (Vosotros los judíos sois la causa, como dice la Escritura [1], de que sea blasfemado el nombre de Dios entre los gentiles [2].)

25 Por lo demas, la circuneísion sirve, si observas la Ley; pero si eres prevaricador de la Ley, por mas que estés circuncidado, vienes á ser delante de Dios como un hombre incircunciso.

26 Al contrario, si un incircunciso guarda los preceptos de la Ley, ¿por ventura, sin estar circuncidado, no será reputado por circunciso?

27 Y el que por naturaleza es incircunciso ó gentil, y guarda exactamente la Ley, ¿no te condenará á tí que teniendo la letra de la Ley y la circuncision, eres prevaricador de la Ley?

28 Porque no está en lo exterior el ser judio, ni es la verdadera circuncision la que se hace en la carne;


  1. Is. LII. v.5. — Ezech. XXXVI. v.2.
  2. Quienes al ver vuestras costumbres, tienen en bajo concepto la Ley que os gobierna.