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EPÍST. DE S. PABLO A LOS ROMANOS.

por medio de la fé a los circuncidados, y que con la misma fé justifica á los no circuncidados.

31 Luego nosotros, dirá alguno, ¿destruimos la Ley de Moysés por la fé en Jesu-Christo? No hay tal: antes bien confirmamos la Ley [1].

CAPÍTULO IV.
Con el ejemplo de Abraham prueba el Apóstol que Dios justifica al pecador, no en fuerza de obras ó vírtudes humanas, sino de pura gracia por la fé que le infunde.

1 ¿Qué ventaja pues dirémos haber logrado Abraham, padre nuestro segun la carne?

2 Ciertamente que si Abraham fue justificado por las obras exteriores, él tiene de que gloriarse, mas no para con Dios.

3 Porque ¿qué es lo que dice la Escritura [2]? Creyó Abraham á Dios; lo cual le fue imputado á justicia [3].

4 Pues al que trabaja, el salario no se le cuenta como una gracia, sino como deuda.

5 Al contrario, cuando á alguno sin hacer las obras exteriores ó de la Ley, con creer en aquel que justifica al impío, se le reputa su fé por justicia; es este un don gratúito segun el beneplácito de la gracia de Dios.


  1. Pues toda nuestra doctrina se reduce á enseñar el medio de obtener la justicia y santidad que la Ley promete.
  2. Gen. XV. v.6.—Galat. III. v.6.—Jac. II. v.23.
  3. Y así esta, ó la justificacion, la recibió Abraham de pura gracia, y no como recompensa debida á sus obras.