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EPÍST. DE S. PABLO A LOS ROMANOS.

y todas existen en el: á el sea la gloria por siempre jamás. Amen.

CAPÍTULO XII.
Da el Apóstol reglas de perfeccion á los fieles, conforme al estado de cada uno, y á los dones recibidos de Dios con la fé de Jesu-Christo; y dice que, siendo todos miembros de un mismo cuerpo, todos debemos trabajar en favor de toda la Iglesia, y amarnos mútuamente.

1 Ahora pues, hermanos mios, os ruego encarecidamente por la misericordia de Dios, que le ofrezcais vuestros cuerpos como una hostia ó víctima viva, santa y agradable á sus ojos, que es el culto racional que debeis ofrecerle [1].

2 Y no querais conformaros con este siglo, antes bien trasformáos con la renovacion de vuestro espíritu, a fin de acertar qué es lo bueno, y lo mas agradable, y lo perfecto que Dios quiere de vosotros.

3 Por lo que os exhorto á todos vosotros, en virtud del ministerio que por gracia se me ha dado, a que en vuestro saber ó pensar, no os levanteis mas alto de lo que debeis, sino que os contengais dentro de los límites de la moderacion [2], segun la medida de fé que Dios ha repartido á cada cual.


  1. Esto es, el espiritual sacrificio de vosotros mismos.
  2. Sin aspirar á ministerios mas altos y brillantes, que á los que Dios ha hecho ver que os llamaba; ni querer escudriñar los misterios de la fé.