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Página:La Sagrada Biblia (XIV).djvu/227

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CAPÍTULO VIII.

40 Pero mucho mas dichosa será, si permaneciere viuda, segun mi consejo; y estoy persuadido de que tambien en esto me anima el Espíritu de Dios.

CAPÍTULO VIII.
Nadie ha de probar cosas ofrecidas á ídolos, si con eso causa escándalo; pues el que escandaliza á los flacos, peca contra Jesu-Christo.

1 Acerca de las cosas ó viandas sacrificadas á los ídolos [1], ya sabemos que todos nosotros tenemos bastante ciencia ó conocimiento sobre eso. Mas la ciencia por sí sola hincha; la caridad es la que edifica.

2 Que si alguno se imagina saber algo, y no sabe esto, todavía no ha entendido de qué manera le convenga saber.

3 Pero el que ama á Dios, ese es conocido ó amado de él.

4 En órden pues á los manjares inmolados á los ídolos, sabemos que el ídolo es nada en el mundo, y que no hay mas que un solo Dios.

5 Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, ya en el cielo, ya en la tierra, (y que así se cuenten muchos dioses, y muchos señores)

6 sin embargo para nosotros no hay mas que un solo Dios, que es el Padre, del cual tienen el ser todas las cosas, y que nos ha hecho á nosotros para él; y no


  1. Véase Idolos.