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CAPÍTULO III.

19 En el cual, ó por tuyo movimiento, fue tambien á predicar a los espíritus encarcelados [1],

20 que habian sido incrédulos en otro tiempo, cuando los estaba esperando á penitencia aquella larga paciencia de Dios en los dias de Noé, al fabricarse


  1. Este es uno de los lugares mas difíciles del Nuevo Testamento. Entre varias interpretaciones, dos son las mas seguidas. El mayor número de santos Padres, como san Athanasio, san Cyrilo, san Clemente Alejandrino, san Justino, san Irneo, san Gerónimo, etc. creen que san Pedro habla de Jesu-Christo cuando bajó al infierno ó limbo á anunciar á las almas de los justos, allí detenidos, la libertad ó redencion. y á sacarlas de aquel lugar en que estaban como encarceladas, ó detenidas, esperando al Redentor. Y especialmente habla san Pedro, segun opina Belarmino (Lib. IV. de animâ Christi, c. 13.) de las almas de aquellos que al principio no creyerón las exhortaciones de Noé, que en nombre de Dios les amenazaba con el diluvio; pero que al fin se convirtieron antes de llegar este, é hicieron penitencia, como tambien cree san Gerónimo. La otra interpretacion, que es de san Agustin, del V. Beda, de Sto. Thomás, etc, toma la palabra cárcel en un sentido místico por el cuerpo, y explica este lugar, diciendo que Jesu-Christo con el mismo espíritu por el cual resucitó, y del cual llenó al Patriarca Noé, predicó á los incrédulos y pecadores del tiempo de este Patriarca la penitencia, los cuales, privados de la luz de la fé, vivian como encerrados en su carne depravada. A los tales predicó mucho tiempo el Espíritu de Christo por boca de Noé, especialmente durante los 120 años que duró la fabricacion del arca. El P. entiende por espíritus las almas, y por cárcel el purgatorio.