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CAPÍTULO I.

lana mas blanca y como la nieve [1], sus ojos parecian llamas de fuego,

15 sus pies semejantes á bronce fino, cuando está fundido en horno ardiente, y su voz como el ruido de muchas aguas:

16 y tenia en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salia una espada de dos filos; y su rostro era resplandeciente como el sol de medio dia [2].

17 Y así que le ví, caí á sus pies como muerto. Mas él puso su diestra sobre mí, diciendo: No temas: yo soy el primero y el último, ó principio y fin de todo;

18 y estoy vivo, aunque fuí muerto; y ahora hé aquí que vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves, ó soy dueño de la muerte y del infierno.

19 Escribe pues las cosas que has visto, tanto las que son, como las que han de suceder despues de estas.

20 En cuanto al misterio de las siete estrellas, que viste en mi mano derecha, y los siete candeleros de oro, las siete estrellas, son los siete ángeles [3] de las


  1. Véase Daniel VII. v.9.
  2. Por las siete estrellas entienden los expositores los siete obispos de las siete Iglesias, protegidos por la derecha de Dios. La espada es símbolo de la venganza ó castigo; y tambien de la palabra de Dios. Heb. IV. v.12. El rostro puede denotar la gloriosa humanidad del Hijo de Dios. Joann. VI.
  3. Esto es, los obispos. Véase II. Cor. V. v.20.