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Una de lás Hadas buenas, que al retirarse oyó esta triste profecía, regresó al lado de la criatura y, acariciándola, le dijo:
—No puedo evitar que te claves un huso en la palma de la mano,
pero haré que la herida en vez de ocasionarte la muerte, te infunda un sueño profundo que dure cien años, y esto es