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San Agustín

bros, no en los labulosos, sino en los históricos, ya sean verdaderos, ya sean falsos, que causan á los hombres no daño, sino espanto y admiración; asimismo aquel raro suceso de cuando llovió tierra, cuando llovió greda, cuando llovió piedras, en cuya expresión no se entiende que apedreó como cuando se entiende el granizo por este nombre, sino que realmente cayeron piedras, cantos y guijarros; esto, sin duda, que pudo hacer también mucho daño. Leemos en sus autores que, derramándose, y bajando llamas de fuego desde la cumbre del monte Etna á la costa vecina, hirvió tanto el mar, que se abrasaron los peñascos y se derritió la pez y resina de las naves; este suceso causó terribles daños, aunque fué una maravilla increíble. En otra ocasión, con el mismo fuego escriben que se cubrió Sicilia de tanta cantidad de pavesa ó ceniza, que las casas de la ciudad de Catania, oprimidas con el peso, dieron en tierra; y, compadecidos de esta calamidad, los romanos les perdonaron benignamente el tributo de aquel año; también refieren en sus historias que en Africa, siendo ya provincia sujeta ú la república romana, hubo tanta multitud de langostas que anublaban el Sol, las cuales, después de consumir los frutos de la tierra hasta las hojas de los árboles, dicen que se formó una inmensa é impenetrable nube y dió consigo en el mar; y que, muriendo allí y volviendo el agua á atrojarlas á la costa, inficionándose con ellas la atmósfera, aseguran que causó tan terrible peste, que, según su testimonio, sólo en el reino de Masinisa perecieron 80.000 personas, y muchas más en las tierras próximas á la costa. Entonces afirman que en Utica, de 30.000 soldados que había de guarnición quedaron vivos sólo diez. No puede darse semejante fanatismo como el que nos persigue y obliga á que respondamos que el suceso més mínimo de éstos que hubiese acontecido en la actual época, le