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San Agustín

nus, y, sin embargo, esta misma Venus quieren que sea también la Luna, aunque entre sí mismos sobre esta radiante y refulgente estrella sostienen una reñida controveraia y debate, así como sobre la manzana de oro le substentaran Juno y Venus; porque el lucero unos dicen que es de Venus y otros de Juno; pero como acostumbra, realmente vence Venus, mediante que son muchos más los que atribuyen esta estrella á Venus, no ballándose apenas uno que sienta lo contrario: ¿Y quién podía dejar de reirse al ver que dicen que Júpiter es rey y monarca de todos, observando al mismo tiempo que su estrella queda muy atrás en resplandor y claridad, respecto de la mucha que tiene la estrella de Venus; pues tanto rnás refulgente y resplandeciente debía ser aquella que las demás, cuánto es Júpiter más podero so que todos? Responden que así lo parece, porque ésta que notamos menos resplandeciente está más elevada y mucho más distante de la tierra: luego si la dignidad mayor mereció lugar más alto, ¿por qué allí Saturno está más elevado que Júpiter? ¿Cómo no pudo la vanidad de la fábula que hizo rey á Júpiter llegar hasta las estrellas, antes por el contrario, permitió consiguiese Saturno en el cielo la gloria y preeminencia que no pudo adquirir en su reino ni en el Capitolio? ¿Por qué razón á Jano no le cupo alguna estrella? Si es porque es el mundo y todos están contenidos en él, también Júpiter es el mundo, y con todo eso la tiene. ¿O acaso éste negoció como pudo sus intereses, y en lugar de una estrella que no le cupo entre los astros se proveyó de tantas caras en la tierra? Asimismo, si por sólo las es trellas tienen á Mercurio y á Marte por partes del mundo para poderlos considerar como dioses supuestos, que en realidad la palabra y la guerra no sou partes del mundo, sino actos y operaciones de los hombres, ¿por qué causa á Aries, á Tauro, á Cáncer, á Escorpión y los