prisa para tomar su vez en la demostración de nuestro júbilo por el feliz suceso. Vivan todos mil años, repite, besando las manos de usted, su muy obligado servidor y cape- llán, José M. de Navarridas.
IV
De Doña María Tirgo á su amiga Doña Juana Teresa.-(Incluída en la anterior.)
Hoy lunes 16.
Ya decía yo, mi amante amiga, que os ha- bíais corrido con harta precipitación á cele- brar el funeral, dando por verdaderas las primeras noticias que recibísteis. Os movió à ello sin duda vuestra gran piedad y el de- seo de ayudar al buen viejo, con vuestro su fragio, en la reparación de su alma. No ne- eesito decirte cuánto nos hemos alegrado de que viva el noble señor, y de que aún tengáis que sufrir alguna de sus impertinencias, pro- pias de la edad. Mil y mil felicitaciones, amados Juana y Rodrigo, por la vuelta del pródigo D. Gastón. Pero se me ocurre que si continúa tu suegro en lo que llaman el tea- tro de la guerra... que teatro había de ser para mayor perversión... no esté su vida muy segura, pues allí fusilan á cada triqui- traque, y á muerte natural le exponen ade- más sus años cansados y las penalidades, ajetreos y hambres que ha de sufrir. Manda,