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B. PÉREZ GALDÓS

tas fatigas y digerir las enormísimas cala- bazas. Pues de su presencia y descanso en tierra de Mena tenemos noticia por Sabas, un criado de casa que se llevó de escudero; y aunque todavía sigue á su servicio, ha vé- nido á ver á su madre enferma y sacramen- tada. Una cosa rarísima, querida Juana: Sa- bas no ha traído carta del sujeto para las ni- ñas ni para nadie de esta familia. Cuenta que tan sólo le encargó dar á todos las más finas expresiones. Mi hermano, muy conten- to de saber que vive y está bueno D. Fer- nando, ha dado en la tecla de escribirle pi- diéndole noticias de su vida y milagros en todo este tiempo. Ya he dicho á José María que, persistiendo en nuestra buena memoria del Sr. de Calpena, por el servicio que pres- to á las niñas sacándolas de Oñate, debemos abstenernos de entrar ahora con él en rela- ción de cartitas y bobadas, pues ya cumpli- mos con lo que nos mandaba nuestro agra- decimiento. Que en esto del daca y toma de cartas, se sabe dónde se empieza y no dónde se concluye; y hasta podría ser que se nos plantara aquí y no tuviéramos más remedio que alojarle en casa de las niñas ó en la nuestra. No, no: bien se está San Pedro... en Villarcayo. Te pasmarás si te digo que tra- tando ayer en la mesa de este punto grave, de si convenía ó no escribirle, y manifestán- donos José María y yo de contrapuestos pa- receres, Demetria apoyó mi opinión. A esta niña no la entiende nadie.

Tienes razón: he sido una simple al que-