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B. PÉREZ GALDÓS

XI

De D. Pedro Hillo á Telémaco.

Madrid, Abril.

Mira, niño maleante y ocioso, hazme el favor de no gastar esas bromas públicas de ponerme en el sobrescrito de tu carta los tí- tulos y remoquetes de Cardenal. La que re- cibí ayer movió gran escándalo en la casa. Asustado venía el cartero, y la criada se asustó más cuando se enteró de que moraba en la casa un príncipe de la Iglesia sin que ella lo supiese. Debía de ser un Monseñor dis- frazado. Méndez creyó al pronto que en Co- rreos confundían su casa con la Nunciatura. Huésped hubo que se tragó la bola, creyendo que en el próximo Consistorio me concedería el capelo la Santidad de Gregorio XVI; y al- gunos, no sé si por chunga ó por inccencia, me daban la enhorabuena. Luego empezaron. las bromitas, algunas muy enfadosas...

Antes que se me olvide: Milagro está colo- cado en Gobernación, él dice que por intri- gas, y lo creo. Vive temblando, porque Joa- quín María López no cesa de hacer cesantías para colocar gente de las logias. Iglesias va á la Habana con un buen destino, creo que en Aduanas ó en Rentas, de lo que me ale- gro infinito, á ver si levanta cabeza y puede socorrer á sus padres, que están en la mise-