PARTE PRIMERA, sibilidad al frio y á la desazon era español.
CAPITULO
I,
3
general, estaban diciendo que
Paseábase observando con mirada rápida y exacta la reu nion, que, águisa de mosaico, amontonaba el acaso en aquellas tablas, cuyo conjunto se llama navío, así como en dimensiones mas pequeñas se llama ataúd. Pero hay poco que observar en hombres que parecen ebrios, y en mujeres que semejan cadáveres.
Sin embargo, mucho
excitó
interes la familia
su
de
un
oficial inglés, cuya esposa habia llegado á bordo tan indis puesta, que fué preciso llevarla á su camarote; lo mismo se habia hecho pecho
con
el ama, y el padre la seguia
en los brazos,
despues
con el niño de
sentar en el tres criaturas de dos, tres y cuatro años, en juicio, y no se moviesen de allí. cargándoles que tuviesen Los pobres niños, criados quizas con gran rigor, permanecieron inmóviles y silenciosos como los ángeles que pintan á los piés de la Vírgen. suelo
de
haber
hecho
á otras
Poco á poco el hermoso encarnado de sus mejillas desa pareció; sus grandes ojos, abiertos cuan grandes eran, quedaron como amortiguados y entontecidos, y sin que un movimiento ni una queja denunciase lo que padecian, el sufri comprimido se pintó en sus rostros asombrados y miento marchitos. Nadie reparó en este tormento resignacion.
silencioso, en esta suave y
dolorosa
El español iba á llamar al mayordomo, cuando le oyó res ponder de mal humor á un jóven que, en aleman y con gestos expresivos, parecia implorar un socorro en favor de aquellas abandonadas criaturas. Como la persona de este jóven no indicaba elegancia ni distincion, y como no hablaba mas que aleman, el mayordomo le volvió la espalda, diciéndole que no le entendia. Entónces el aleman bajó á su camarote á proa y volvió prontamente
trayendo
una
almohada,
un cobertor
y un capote
de bayeton.
Con estos auxilios hizo una especie de cama, acostó en ella á los niños, y los arropó con el mayor esmero. Pero apénas se habian reclinado, el mareo, comprimido por 1º