habiendo perdido su amante en una acción, vagabundeaba por los campamentos, peleando como una leona los días de combate, sólo para tener el gusto de pintarse con sangre y andarse después felicitando á los jefes en el regocijo de esa coquetería atroz!...
En las partidas, nada de eso. Desamparo por todas partes. La gente alzada, el lomo del caballo por campamento y la muerte á la grupa. Pero al fin de cuentas se divertían con utilidad, aquí cayendo, allá levantándose. Tejos de oro en Potosí, dieta en Macha. Vuelta á vuelta aplausos y maldiciones. Algunos quedaron panza arriba por ahí. Otros agitaban el Chaco, entre las tribus bravías y el español, hondeando a falta de fusiles y falsificando artillería con troncos. Llegaron hasta á ganar batallas; pero así les iba en las derrotas!
Pasaban de ochenta los jefes ejecutados á piedra y garrote, como perros. No se veía encrucijada sin una cabeza de patriota en un cadalso. A algunas encanecíanles las barbas...
El nublado se reducía aclarándose, y la aurora reinaba ya en solemnes colores. La tibieza ambiente tornábase pesadez. El santiagueño confidenciaba en un grupo.