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LA GUERRA GAUCHA
No las poseían los bailarines, aunque danzaban muy bien sus gatos y escondidos. Tratábase de unos mocetones patriotas que se encontraban allá de paso — seis para cuatros mozas — y por esto los excedentes emparejaban con los instrumentos.
Entre un remolino de ruedos almidonados á rabiar y flecos de calzoncillos, las mudanzas describían primores, redobladas á talón sobre el piso. Una cueca arrastraba dos bailarines en el lánguido ritmo de sus figuras:
En el mar de tu pelo
Navega un peine,
Y en las olitas que hace
Mi amor se duerme...
Vidita de mi vida,
Dame un besito,
A la moda 'e mi tierra
Repicadito.
Y luego una anotación picaresca:
Negrita yo soy un pobre,
Pobre pero generoso;
Como el hueso de la cola
Pelado pero sabroso.
La habitación oscurecida por su alero excesivo, contenía apenas á los bailarines. Petacas y catres amontonábanse en el corredor; pero arrimada al