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Guirnalda Literaria.
La flor del alma está mustia,

Sin color, pálida, ierte;
Las negras sombras de muerte
Sus pétalos cercan yá.
Solo tú, Vírjen querida,
Tu con tu ruego ferviente
Podrás ¡ oh Madre clemente !
Volverla a resucitar.

Lágrimas tan solo tengo;
I, así, perdon si en tu dia
Solo una lágrima fria
Vengo a consagrarte yo:
Gota triste i silenciosa
Del hondo seno vertida !
Tú, como Madre querida,
Acepta mi triste dón

Pobre i mísera es mi ofrenda;
Empero, a tu altar llevada,
Quedará santificada
La espresion do mi dolor.
I adios ¡ oh Madre ! no olvides
A la hija desconsolada,
Que ante tus aras postrada

Su llanto te consagró.