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CAPÍTULO XVI


Como trae á veces la dorada aurora días de lluvia, la alegre esperanza es también en ocasiones mensajera de infaustos sucesos.

Nitetis se las había prometido felices para cuando recibiera la carta, y sin embargo, ésta debía amargar el almíbar de su dicha, destruyendo como por ensalmo buena parte de lo que era su vida, los gratos recuerdos de su querida patria y de los compañeros de su felicidad en la niñez.

Vestida de púrpura y reclinada en el sillón, lloraba pensando con tristeza en la pesadumbre de la madre, los sufrimientos del padre, y la enfermedad de su hermanita. Desvanecióse á sus ojos el risueño porvenir, que le prometía amor, poder y ventura. La predilecta de Kambises olvidó al amado que le aguardaba; la futura reina de Persia sentía profundo dolor por la desdicha de la familia real de Egipto.

Era ya más de mediodía cuando la camarera volvió á entrar para dar la última mano al tocado de la señora.

—Duerme—pensó la doncella;—aún puede descansar un cuarto de hora; la ceremonia del sacrificio la habrá fatiga-