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manifestó las grandes disposiciones que después habían de desarrollarse con el estudio y la voluntad.

Deseoso de más ancho campo, vino á Madrid cuando mandaba el gobierno de la unión liberal, época la más bonancible que la pobre España ha conocido en el reinado de doña Isabel II, y contrajo amistosas relaciones con varias personas influyentes en la situación, Pudo entonces obtener un destino ventajoso; pero quiso antes probar su capacidad, y escribió varios remitidos sobre la cuestión de Roma y las ideas y propósitos de los absolutistas, dirigiéndolos al periódico El Dia, propiedad de otro amigo nuestro, muerto hace dos meses, el excelentísimo señor don José Fernandez del Cueto, hermano político del eminente escritor don Juan de Lorenzana, que también escribió en aquel periódico notabilísimos artículos, como todos los suyos.

De los redactores de El Dia faltan ya cuatro, muertos todos cuando aun podían haber hecho mucho por su patria; Fernandez del Cueto, Castañon, Albuerne y Barthe.

Aquellos remitidos le valieron ser nombrado redactor político de El Dia, y constantemente hasta que El Dia se refundió en El Diario Español, escribió Castañon sobre política interior y exterior con notable acierto, mereciendo por sus artículos, que se distinguían por lo castizo tic la frase, lo sólido de la argumentación y la nobleza de las ideas, los más entusiastas plácemes de los principales hombres politicos.

Terminada la publicación de El Dia, adquirió la propiedad de la Crónica de Ambos Mandos, y escribió algún folleto político. A los dos ó tres años volvió á Asturias á restablecer su salud, y fué elegido Diputado y Consejero provincial, desempeñando este último cargo hasta que fué nombrado jefe de sección del gobierno superior de la Isla de Cuba, de donde no debia volver.

En Cuba, como en la Península, logró generales simpatías.

Secretario del gobierno de Puerto Principe era cuando llegó á Cuba la noticia de la revolución de Setiembre, y dimitió su destino, volviendo á la Habana, donde algún tiempo después obtuvo un cargo en el Banco de aquella ciudad, y fué nombrado Consejero de Instrucción pública.

Viendo el horrible estado á que iba á conducir á la Isla de Cuba la insurrección que allí se declaró durante el mando del general Lersundi, y deseoso de contribuir en lo posible á la paz, fundó el periódico La Voz de Cuba, donde ha hecho la más brillante campaña en pró del honor y los intereses de la nación española, mereciendo por estas virtudes cívicas el odio de los enemigos de su patria, que, al darle traidora muerte, han acabado de poner de. manifiesto toda la deformidad de la insurrección.

No han llegado todavía bastantes pormenores de este horrible asesinato: solo se sabe que habiendo ido Castañon á Cayo Hueso á pedir una reparación al director de El Republicano, amigos de éste le acometieron en el