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Poesías de Cuellar. — 109

¿En una noche eterna viviría?
No: que sin tí segura encontraría
Tan solo su infinita sepultura.

Te vas, ¡oh sol! á iluminar lejana
Otra región, á despertar un mundo,
Á quien cual nuncio, en su dormir profundo
        Le envies la mañana;
Así tambien en nuestro Oriente oscuro
Fiel precursora de tu luz dorada,
Detras del alto, derruído muro,
Aurora asomará su disco puro,
Con velos de amaranto coronada.

Por eso en el crepúsculo me inundo
De indecible placer; el sol se hunde
Tras de la parda cima, y se difunde
        La sombra por el mundo.
Por eso ¡oh tarde! solitario, errante.
Busco tu grata y apacible calma;
Por eso á meditar vengo anhelante,
Porque dichoso de tu faz delante
De religion, de fé se inunda mi alma.

Es la hora de quietud... los blandos sueños