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Poesías de Cuellar. — 293

Que si al sensible pecho enamorado
Falta el aliento de su bien querido,
Todo al través de un velo,
Ante su inquieta vista destendido,
Lo ve pasar en su tenaz empeño
Cual las visiones de agitado sueño:
La tierra, el mar, el horizonte, el cielo.

Perdona, pues, que en medio de tu calma
        Arranque de mi lira,
Al comprender la inspiración del alma,
La ardiente trova que tu sér me inspira.
        Yo bien sé que este canto
Es el gemir del ave extraña y sola,
Es el acento triste, aunque ferviente,
Que la tórtola escucha indiferente
En las ramas del álamo sombrío;
Mas comprende también que solo anhelo
Que desplegado ante tu vista el velo,
Todo en redor lo mira
Risueño, encantador sobre la rama
Que ha elegido el poeta que te ama,
Lecho feliz bajo el dosel del cielo.