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A MARÍA INMACULADA.
¡Salve, divina emperatriz del cielo,
Como la gracia pura,
Mística luz de paz y de consuelo,
Tesoro de hermosura!
¡Salve, limpio fanal resplandeciente
De donde el sol fecundo
Toma su luz para lanzarla ardiente
Al adormido mundo!
¡Salve otra vez! ¡mil veces salve, oh fruto
Del grande pensamiento
Más bello del Señor! débil tributo
Te da mi acatamiento.