Sin fé, su corazón medroso late;
Sin creencias, su espíritu vacila;
Sin esperanzas, lánguido se abate...
¡Ay desdichado vate,
A quién la suerte pérfida aniquila!
¿Pero no hay una mano protectora
Para el que sufre en el mentido mundo?
¿No suena de placer alguna hora
Para el que triste llora
Desesperado su dolor profundo?
El moro en los desiertos espantosos
Oásis florido enagenado toca:
El náufrago en los mares procelosos
Los brazos tiende ansiosos,
É invocando á su Dios halla una roca.
El infeliz que gime entre cadenas
Al fin de libertad escucha el grito
Y la deseada luz que viera apénas
La contempla sin penas
Extenderse en el cóncavo infinito.
Pues bien, el poeta en su desierto mudo
Oásis de flores encontró dichoso,
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Poesías de Cuellar.